Mostra ambasciata di Marte
Fotos de la expo 8 Marzo 2007 en la Ambasciata di Marte
EXPRESSioni
Tomar un momento efímero, una sensación veloz, casi imperceptible, y forzarla a permanecer en el tiempo. La duración no importa; aquí lo que cuenta es la fuerza. Las emociones tienen vida propia, y a veces parecen no querer subyugarse ante cualquiera, ante cualquier situación o técnica. Hay que ser valiente para enfrentarse a esta lucha.
Mónica Ogaz sabe cómo desvestirse de razones y obedecer simplemente a su instinto pictórico. Toma una linea y la deja libre, la mira desdoblarse, recorrer el papel hasta atrapar esa sensación y dominarla. Le da la posibilidad de perdurar y recrearse, la mata para después dejarla renacer.
Los trazos libres, las lineas instantáneas nos llevan al centro de la naturaleza humana, a una sensibilidad casi primitiva, abstraída al punto de convertirse en tinta y papel. En su trabajo “Una entre tantas…siempre yo” Ogaz se toma a sí misma como punto de partida en su contienda por explicarse mejor, a ella misma y al mundo que rige su individualidad. Con cada uno de sus autoretratos deja al descubierto su preocupación por subsistir, su inquietud perenne por la relación que todos –y sobre todo ella- tenemos con la expiración, con el tanathos individual.
En “Composición” esta misma intranquilidad la maneja de otra forma: tomando un cuadro que ya no tenía posibilidades de expresar, y dándole nueva vida. El movimiento de sus elementos y la infinidad de combinaciones entre éstos le otorgan inmortalidad.
La velocidad de ejecución es un elemento fundamental para capturar todas las nociones que Ogaz quiere justificar. Sólo dejando al tiempo de lado se es suficientemente agil para atrapar a la presa. Con este ritual personal logra entender su propio tiempo, descubrir sus límites y reafirmar su autoridad emocional, para después regalarnos, como en una ofrenda, los frutos de su búsqueda.
Valeria Farill
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Tomar un momento efímero, una sensación veloz, casi imperceptible, y forzarla a permanecer en el tiempo. La duración no importa; aquí lo que cuenta es la fuerza. Las emociones tienen vida propia, y a veces parecen no querer subyugarse ante cualquiera, ante cualquier situación o técnica. Hay que ser valiente para enfrentarse a esta lucha.
Mónica Ogaz sabe cómo desvestirse de razones y obedecer simplemente a su instinto pictórico. Toma una linea y la deja libre, la mira desdoblarse, recorrer el papel hasta atrapar esa sensación y dominarla. Le da la posibilidad de perdurar y recrearse, la mata para después dejarla renacer.
Los trazos libres, las lineas instantáneas nos llevan al centro de la naturaleza humana, a una sensibilidad casi primitiva, abstraída al punto de convertirse en tinta y papel. En su trabajo “Una entre tantas…siempre yo” Ogaz se toma a sí misma como punto de partida en su contienda por explicarse mejor, a ella misma y al mundo que rige su individualidad. Con cada uno de sus autoretratos deja al descubierto su preocupación por subsistir, su inquietud perenne por la relación que todos –y sobre todo ella- tenemos con la expiración, con el tanathos individual.
En “Composición” esta misma intranquilidad la maneja de otra forma: tomando un cuadro que ya no tenía posibilidades de expresar, y dándole nueva vida. El movimiento de sus elementos y la infinidad de combinaciones entre éstos le otorgan inmortalidad.
La velocidad de ejecución es un elemento fundamental para capturar todas las nociones que Ogaz quiere justificar. Sólo dejando al tiempo de lado se es suficientemente agil para atrapar a la presa. Con este ritual personal logra entender su propio tiempo, descubrir sus límites y reafirmar su autoridad emocional, para después regalarnos, como en una ofrenda, los frutos de su búsqueda.
Valeria Farill
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